Todos hemos escuchado la expresión “los idiomas abren puertas”. Tal vez, al igual que yo, incluso la has usado. Me gusta mucho la versión que dice “Un idioma te pone en un pasillo de por vida. Dos idiomas abren todas las puertas a lo largo del camino”. Sin embargo, tal vez podamos hacerlo mejor, después de todo ya vivimos con dos idiomas aquí, en Galicia. ¿Qué tal esto?: "El idioma nos pone en nuestro viaje de la vida, pero con múltiples idiomas, incluido el inglés, todas las puertas en el camino están abiertas". Eso sí, hay que decir que la adquisición de idiomas depende mucho de nuestras circunstancias familiares y de nuestros profesores. Yo, por ejemplo, crecí en un entorno de un solo idioma. Un año se probó a introducir un idioma nuevo en mi vida pero el profesor era terrible y las clases extremadamente aburridas, así que no aprendí nada. Desafortunadamente, en su mayor parte, el inglés todavía se enseña a nuestros hijos de una manera muy antigua, poco interesante e ineficaz, llena de listas de vocabulario y fórmulas gramaticales para memorizar, y luego, una vez evaluado en un examen relativamente sin sentido, a menudo se olvida la información, sin estar nunca conectado con el lenguaje en uso en la vida real. El resultado, para muchos de nuestros niños, es que no les gustan sus clases de idiomas y después, inevitablemente, comienzan a tener problemas con ellos, lo que hace que les gusten aún menos. Tenemos un dicho en inglés que dice: “Puedes llevar un caballo al agua, pero no puedes obligarlo a beber”. Lo mismo puede decirse de nuestros hijos, podemos ponerlos en tantas clases de idiomas, en tantos idiomas diferentes como queramos, pero no podemos hacer que amen los idiomas o que les vaya bien en ellos. Cada niño es único y tiene estilos de aprendizaje únicos, así como fuerzas impulsoras únicas que encienden sus pasiones. Como padres, es nuestro deber asegurarnos de que nuestros pequeños tengan la mejor oportunidad de enamorarse del viaje que es la adquisición del lenguaje; no me refiero a decirles que es genial, ese es el viejo problema del caballo y el agua, me refiero a crear curiosidad por nuevas culturas, tierras e idiomas. Es decir, liderar con el ejemplo y permitirles ver a sus ídolos usando múltiples idiomas. Cuando son jóvenes sus ídolos somos nosotros, sus padres; a medida que crecen sus ídolos pueden ser estrellas del deporte, actores, cantantes, escritores, políticos, empresarios o, Dios no lo quiera, YouTubers y tiktokers. Es nuestro deber animar a nuestros hijos a ver y encontrar por sí mismos un deseo por el lenguaje. Pero también debemos ir más allá, ya que incluso el niño más apasionado puede ver sus sueños o pasiones destruidos al ser arrastrado al entorno equivocado. Debemos conocer a nuestros hijos, saber cómo piensan y aprenden, debemos buscar activamente ambientes de aprendizaje, estilos y educadores que inspiren a nuestros jóvenes, no solo en el lenguaje, sino que inspiren su curiosidad por la vida y su sed de conocimiento. Esto es lo que realmente me lleva al quid de todo esto; si hemos tenido éxito en criar hijos estudiosos que, a través de la pasión alimentada y el trabajo arduo han sobresalido en sus carreras y abierto todas las puertas proverbiales de oportunidades a la vida, entonces hemos logrado solo la mitad del trabajo. Vi a mi hermano volar por las alturas de las etapas educativas: del colegio, al instituto y a la universidad. Todo solo para tener todas las puertas abiertas, pero sin saber cuál tomar y sin forma de sobrevivir al otro lado de ninguna de ellas. Desafortunadamente, cuando estaba encerrado estudiando, y no puedo hablar mal de sus hábitos de estudio porque eran la envidia de mis hermanas y mía, se detuvo y levantó la cabeza el tiempo suficiente para generar curiosidad sobre el mundo y las cosas más allá de la s clases, su familia, amigos o ciudad. Al igual que un periquito doméstico, si abrimos todas las puertas nos quedaremos donde nos sintamos bien y seguros. De lo contrario, saldremos volando por la puerta más cercana a un mundo completamente desconocido, sin herramientas para sobrevivir. Debemos fomentar una curiosidad constante en nuestros hijos y mantenerla viva, una curiosidad por el mundo, por el pasado y el futuro, por las cosas conocidas y desconocidas. Debemos proporcionarles tanta variedad de experiencias de vida enriquecedoras como sea posible dentro de nuestras posibilidades para que se conviertan en pensadores independientes, en formuladores de preguntas de libre pensamiento, en seres humanos que van mucho más allá de la simple aceptación del status quo y en las personas que deberán ser para prosperar en el mundo del mañana.
Es nuestro deber, pero, lo que es todavía más importante, es nuestro honor. ¡La curiosidad es la clave! Con amor Daniel
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AuthorDaniel Peel. Archives
Junio 2024
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Todo
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